Tenía 25 años y todo en mi vida se veía aparentemente bien, todo era normal bajo los estándares que la sociedad propone para una mujer de 25 años en mi país, al menos dentro de lo que yo conocía o había adquirido en mi grupo social.
Una carrera universitaria perfectamente terminada, con un muy buen promedio. Un grupo de amigos que en ese momento hacían parte de lo que creía que eran mis intereses, estaba en pareja, hasta tenía un auto propio, no era moderno ni lujoso, pero ¡era un auto! algo difícil de alcanzar para un gran número de personas a esa edad.
Había pasado ya por varios (y variados) empleos, muchos jefes, muchos horarios, mucha estructura y poca satisfacción personal.
Llegó un momento de mi vida en la que comencé a notar que mi pareja ya no me llenaba, mis relaciones de amistad ya no compartían muchos intereses conmigo, mi carrera (había estudiado psicopedagogía) realmente no me pertenecía, ni me gustaba, mi trabajo estaba lejos de ser interesante o de aportarme algo sustancioso para seguir creciendo.
Sentía que todo estaba de alguna manera ...Bloqueado.
Pasaba el tiempo y yo me preguntaba y re- preguntaba que era lo que había venido hacer en esta vida ¿que era? ¿Cuál era mi camino?
Siempre fui “movediza”, amante de la naturaleza, la montaña, los animales y los viajes, pero no tanto de los viajes de turismo tradicionales.
Aquí les hago una confesión personal, los momentos más felices para mi era cuando, luego de un tiempo, con algunos ahorros en el bolsillo, renunciaba al trabajo del momento y me iba con mi mochila cargada a algún lado del mundo. Comencé por mi país, Argentina.
Recorriendo el norte, el sur, el centro y la cordillera, hasta que sentí que debía cruzar la frontera y explorar por fuera del territorio. Así fue que conocí parte de Bolivia y Perú.
El gran cambio cultural al que me enfrente en esos viajes con mi mochila, me hizo entender que eso era lo que yo deseaba profundamente, explorar el mundo: viajar.
Pero ¿cómo lo haría? ¿de qué manera podría viajar? ¿de que trabajaría? ¡tantas preguntas!
Lo cierto es que muchas de estas preguntas no obtuvieron respuesta, hasta que (con toda la incertidumbre y ruido mental que sentía) igualmente me anime a dar los primeros pasos a lo que a mí me gusta llamar, mi libertad.
La historia es larga y apasionante, por eso, voy a contarte que escribí un libro relatandola “Sobre las alas del colibrí” en donde cuento en detalle y desnudando mi corazón, como fue el proceso de cambio de vida, si deseas podes pedirme el libro en version digital pra leerlo y conocernos un poco mas.
Luego de algunos años y de muchas personas que se cruzaron en mi camino, descubrí el yoga.
En medio de mi sed de explorar el mundo exterior, me di cuenta de que también había muchísimo que explorar y comprender de mi mundo interior, y es ahí donde el yoga, se presentó como una guía para mi camino.
En el siguiente artículo, te sigo contando esta historia de vida, que puede ser una historia más entre miles de millones, pero que como soy yo quien la transito, puedo relatarla con total sinceridad.
Este proyecto “Yoga en el camino” es el resultado de varios años de búsqueda, de constancia, de obstáculos vencidos, de miedos superados, de encuentros y desencuentros conmigo misma y de mucha sinceridad.
Es el producto de permitirle al yoga abarcar gran parte de mi vida y dejar que su poder fluya desde dentro hacia afuera.
Decidí darle nacimiento, porque sigo sintiendo que mi vida es en movimiento y ahora además, de la mano de las herramientas que el yoga me enseñó para seguir desarrollandome y mejorando como ser humano.
También me anime a dar luz a “Yoga en el camino”, para compartir con ustedes todo esto que yo fui transitando y me cambió la vida.
Porque todos podemos hacer de nuestra vida, la vida que anhelamos, solo hace falta darnos el tiempo de oír el llamado interior y animarnos a sortear los desafíos que se presenten.
¿Cuáles son tus sueños? ¿Qué deseas para tu vida?
Namasté,
Jime.